Los interrogatorios revelan las reuniones del consorcio que fijaba precios y las negociaciones que se daban por fuera. En tanto, el TDLC liberó seis tomos de 44 declaraciones contenidas en 1.970 hojas de la denuncia de la FNE contra seis navieras.
Reuniones cada seis meses, mails, fijaciones de precios y acuerdos de no competencia en licitaciones internacionales de transporte de vehículos hacia Chile. Eso revelan las declaraciones de ejecutivos de la Compañía Sudamericana de Vapores (CSAV) y de la Compañía Chilena de Navegación Interoceánica (CCNI) en la demanda que hizo la Fiscalía Nacional Económica (FNE) hace un año por colusión de seis navieras, entre 2000 y 2012, donde pidió multas por US$ 75 millones en total.
Según el requerimiento que acusó a las dos chilenas más la coreana Eukor; y a las japonesas K-Line, MOL y NYK, “el objetivo del acuerdo era que las navieras mantuvieran en el tiempo los servicios de transporte por vía marítima de los automóviles a Chile, con un fabricante o concesionario determinado, aun cuando éstos hubiesen realizado procesos de contratación para buscar nuevos oferentes de estos servicios con mejores condiciones comerciales. Así, el cartel permitió que las navieras se respetaran entre sí las cuentas que poseían originalmente”. CSAV utilizó el beneficio de la delación compensada ante la FNE luego de conocerse la investigación que se llevaba en EE.UU., donde firmaron un acuerdo que la obligó a pagar US$ 9 millones.
Además, en diciembre de 2015, China aplicó una multa de US$ 62,86 millones a ocho firmas por concertarse para fijar precios, incluida la CSAV.
Ayer, el TDLC liberó seis carpetas con 44 declaraciones de ejecutivos interrogados por la FNE y donde detallan el cartel.
El origen: “Toyota”
Una de las declaraciones del expediente es la del ex gerente general de CCNI -en ese entonces controlada por el grupo Urenda-, José Luis Chanes, del 10 de octubre de 2013. En ella explicó que el consorcio bautizado como Shin Nanseikai, está conformado por CSAV, K-Line, NYK y ellos, y tenía como fin organizarse en el transporte de vehículos de marcas japonesas hacia Chile y Perú, y donde cada uno se turnaba los períodos de envío y acudían a las licitaciones de manera conjunta.
“El inicio de este servicio, si uno se va a la génesis, lo formó Toyota. Toyota dijo, señores, necesito frecuencia, necesito que ustedes se junten y me ofrezcan como consorcio un servicio”, dijo el ejecutivo, y comentó la obligación que impuso la nipona de renovar sus barcos.
“Un día (Toyota) me dijo ‘José Luis Chanes, ustedes tienen buques muy antiguos, si ustedes no renuevan su flota se van a ir pa fuera (sic)’”, afirmó.
Además, relató las reuniones que cada seis meses sostenía el consorcio. “Dentro de esa misma reunión se discutía ‘oye, ¿qué tarifas les vamos a cobrar a Nissan?, o ¿en qué está la negociación con Nissan?, ¿en qué está la negociación con Toyota?’”.
En tanto, el vicepresidente para América del Norte de car carrier services de CSAV, complementó en su declaración del 11 de octubre de 2012, que “la existencia de estos contactos permanentes entre los competidores, con ocasión del acuerdo de servicios conjuntos, los arrendamientos de naves o espacios, generó o facilitó que paralelamente se desarrollaran otras formas de cooperación o coordinación entre ellos”.
El ejecutivo, cuyo nombre aparece tachado en el expediente, añadió que “muchos de los contactos de los competidores no tenían por objeto la cooperación y prestación de servicios navieros, sino la coordinación de comportamientos comerciales ante los clientes”.
Las licitaciones
En el requerimiento, la FNE apuntó que el mecanismo que utilizaron las navieras contemplaba, entre otras cosas, que cuando una compañía tenía una cuenta nueva, en su calidad de titular de ella, se le respetaba el derecho a conservarla.
En virtud de ello, “las empresas navieras que recibían una invitación para participar en un proceso de contratación del servicio car carrier, se coordinaban con la naviera titular de la cuenta conviniendo tres formas posibles de actuar”, cita el documento de la FNE. Así, el organismo sostuvo que la más utilizada era ofertar un precio más alto que la titular de la cuenta, pues así se evitaban sospechas.
En este marco, el vicepresidente de América del Norte de car carrier services de CSAV, relató la licitación de General Motors en 2002. “Ono (ejecutivo), de K-Line, se contactó telefónicamente conmigo alrededor del 20 de agosto del 2002. Me solicitó que CSAV respetara la carga de General Motors y Fiat que K-Line transportaba en diversas rutas que no incluyen Chile. Me indicó cuáles eran las tarifas actuales de la ruta y cuáles serían probablemente las tarifas más competitivas en tender (oferta) y sobre qué rango debía cotizar CSAV”, dijo.
El ejecutivo agregó que “tomé nota de esta conversación y reenvié las tarifas indicadas por K-Line a (nombre tachado), vía correo electrónico. (Nombre tachado) respondió que estaba de acuerdo en respetar el territorio de K-Line ofertando las tarifas indicadas haciendo hincapié en que K-Line debía respetar las cargas transportadas por CSAV para Ford en los próximos tender”.
Así, detalló, “por instrucciones de mi supervisor, es probable que me haya contactado también con Steve Yanelisalma de NYK USA, solicitándoles que respetaran la carga de General Motors fabricada en USA y Canadá transportada por CSAV desde Newark, EE.UU. a Valparaíso. El acuerdo habría consistido en que ellos cotizaran más alto que nosotros. Finalmente, CSAV se adjudicó esta carga”.
Consultada CSAV, dijo que fue la primera en delatarse ante la FNE, acogiéndose a la delación compensada, y aseguró que “condena tajantemente las conductas contrarias a la libre competencia”.
CCNI, en tanto, fue contactada, pero no se refirieron al caso.
Fuente: La Tercera
Los testimonios que develaron la colusión entre las navieras https://t.co/7ttBUuFgo7 https://t.co/E2AdvxOOkx