Buque escuela «Esmeralda» cruza el Canal de Panamá por primera vez desde su ampliación

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Se durmió poco esta noche en el buque escuela «Esmeralda». La noche del viernes, la embarcación que el 15 de junio cumplirá 63 años al servicio de la Armada de Chile se vistió de gala para recibir a autoridades civiles y militares panameñas. El objetivo fue agradecer la hospitalidad de dicho país, el primer puerto en que recala la «Dama Blanca» en su 62º crucero de instrucción.

Se habló de mar, sí, pero sobre todo de Chile. Bajo la tormenta que azotaba al puerto de Balboa, los oficiales y marinos en formación que integran la tripulación se mezclaron con los más de 200 invitados y les contaron lo que ellos entienden que es el país: esfuerzo, sacrificio, paisajes, vino, pisco sour, empanadas de pino…

«En el fondo, la ‘Esmeralda’ es una embajada. Representamos al país y se nos ha inculcado mucho la responsabilidad que eso implica», afirma el guardiamarina Vicente Fresard (21).

Pocas horas más tarde la «Esmeralda» vuelve a despertar. Se levanta, se viste y desayuna sin bostezar. Son las 7 de la mañana y se apresta a zarpar.

Dirige la labor el comandante, capitán de navío Patricio Espinoza, quien le asigna a la misión de este día un valor especial: el buque escuela cruzará el Canal de Panamá por primera vez desde que este paso se ampliara en junio de 2016 para permitir el paso de megaembarcaciones. «Para nuestro país es muy importante el canal y nuestro paso apunta a mantener la amistad y las buenas relaciones con la ciudadanía de Panamá», afirma.

«¡Es Chile lindo hecho barco!», cantan a todo pulmón los 287 tripulantes que entonan el himno de la «Dama Blanca», mientras se alejan de Balboa para internarse en el canal. A bordo van 29 mujeres y se nota al oír la melodía.

Una miniciudad

«Acabamos de cruzar la esclusa Miraflores», le dice Espinoza a su celular, en el cual graba la travesía. Es la primera vez, desde que ingresó en 1983 a la Escuela Naval, que hace esta ruta y quiere documentarla. A su lado, lo apoya uno de los 290 prácticos del canal, el capitán Álvaro Moreno, quien lleva 30 años en la compañía y le debe su formación a la Armada de Chile.

Son las 10 de la mañana, y bajo una humedad inclemente el buque avanza a la segunda esclusa, Pedro Miguel. Junto a su familia, el embajador de Chile en Panamá, Francisco Cruz, recorre el barco y lo describe como una verdadera miniciudad: hay peluquería, panadería, lavandería, sastrería y una «cantina seca» que vende artículos de primera necesidad.

«Es un cruce histórico y cargado de simbolismo. Estamos a días de cumplir un año de la ampliación del Canal de Panamá, del cual somos terceros usuarios mundiales y primeros en Latinoamérica, y en el año en que se conmemora el 40 aniversario de los Tratados Torrijos-Carter», reflexiona el embajador.

Asegura que esta travesía refleja la vocación chilena de cooperación con otras marinas y «se suma a la presencia de la Armada en otros ámbitos, como los ejercicios Panamax, Unitas, y en distintas dimensiones de cooperación regional y que el 2018 tendrán en Velas Latinoamérica una actividad que coincide con las celebraciones del Bicentenario de la Armada de Chile».

Tiempo para llamar

Cuatro «mulas», unas pequeñas locomotoras que corren a ambos lados del canal, tiran ahora a la «Esmeralda» hacia la segunda esclusa y la actividad en cubierta decrece. Algunos aprovechan de sacarles partido a las tarjetas de celular y graban videos, llaman o envían mensajes por WhatsApp a sus seres queridos.

Hay que aprovechar. En cuestión de horas, la «Esmeralda» habrá salido de Panamá y no habrá más señal. El buque enfilará por el Caribe hacia Norfolk, en Virginia, Estados Unidos. Será su segunda parada, prevista para el 9 de junio, el día 34 de un viaje de cinco meses, excepcionalmente más corto -culmina el 1 de octubre en Valparaíso- que el promedio, porque la «Dama Blanca» requerirá algunos trabajos para prepararse, precisamente, para Velas Latinoamérica 2018.

Pero hay aún varios meses por delante y el comandante Espinoza lo tiene claro. Así como también el sello que busca transmitirles a sus guardiamarinas: el de la responsabilidad. «Que desde jóvenes sean responsables respecto de sus labores al navegar y de dejar en alto el nombre del país en el extranjero», recalca.

Fuente: El Mercurio