Empresa portuaria adelanta detalles del nuevo sector Barón, que será elaborado junto al Gobierno

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Inversiones serán las más grandes de los últimos 100 años en la ciudad, tanto en infraestructura portuaria como en el borde costero, dice presidente de EPV, Raúl Celis. 

«Tenemos proyectos de gran envergadura, que revitalizan la industria portuaria, que históricamente ha sido la principal actividad de Valparaíso, con el Terminal Dos; que recupera la industria de cruceros con el muelle de pasajeros, y este plan para Barón que permite a los habitantes de la ciudad mayor acceso a su borde costero», dice Raúl Celis Montt, presidente de la Empresa Puerto de Valparaíso (EPV).

El martes fue a la municipalidad a reunirse con el alcalde Jorge Sharp y a informarle que el Presidente Sebastián Piñera había dispuesto un proyecto que será el legado de su administración a Valparaíso. Se trata de una intervención al disputado sector de Barón, donde durante siete años Mall Plaza intentó convertir en un centro comercial y de esparcimiento las 12 hectáreas de terreno que le habían sido concesionadas, pero que fue desechado por resolución judicial.

Promete que «serán las inversiones más grandes de los últimos 100 años en la ciudad, tanto en infraestructura portuaria como en el borde costero». Y adelanta que la empresa tiene una idea inicial de uso mixto para el terreno; que apoye la actividad portuaria y permita el acceso público al borde costero, como lo han pedido organizaciones y el municipio (ver infografía).

El proyecto definitivo, explicó el presidente de EPV, será elaborado por los ministerios de Transportes y Vivienda, que iniciarán en los próximos días reuniones con EPV, el municipio y otros actores porteños.

La propuesta es ampliar y mejorar el actual muelle para permitir las actividades recreativas y de deportes náuticos, y que toda la franja pegada al mar se destine a uso urbano, donde se puedan habilitar parques, una playa artificial y otra natural protegida, entre otras instalaciones.

La franja que da hacia la ciudad tendrá uso portuario y se plantea instalar ahí un Terminal Ferroviario y una estación intermodal, que en el fondo es una explanada a donde llegará la carga transportada por ferrocarril, y se subirá a camiones que a su vez irán hacia los terminales.

En la actual bodega Simón Bolívar, que tiene protección patrimonial, se planea un mix de uso logístico (dependencias de uso portuario), con una piscina techada y un paseo interior.

El proyecto considera también una recuperación de la avenida Argentina y del nudo Barón, y extender el paseo costero hasta la Caleta Portales.

La ministra de Transportes, Gloria Hutt, destacó que los proyectos busquen impulsar la actividad portuaria, pero también potenciar la relación de Valparaíso con el mar. Celis concuerda en que los proyectos se complementan, y explica que la nueva utilización del sector puede ayudar a financiar el muelle para cruceros, que no se sustenta por sí solo.

Terminal 2, proyecto prioritario

«No es posible que las licitaciones de Puerto Central de San Antonio y el Terminal Dos de Valparaiso hayan partido casi juntas y hoy Puerto Central este terminado y funcionando y el Terminal Dos este aria en proceso de aprobación ambiental», dice preocupado Raúl Celis. A su juicio, este es el proyecto prioritario. Las nuevas instalaciones elevan al doble la capacidad de transferencia de carga del puerto de Valparaiso, que hoy bordea los 11 millones de toneladas al año.

La iniciativa está en la etapa final de una larga tramitación para obtener la Resolución de Calificación Ambiental, lo que ocurriría en agosto. Si no es así, la empresa concesionaria Terminal Cerros de Valparaiso, controlada por el tondo australiano IFM, tiene plazo hasta octubre para desistir de la concesión. Aún si se aprueba, algunos detractores del proyecto (que sostienen que el nuevo terminal impacta fuertemente en la ciudad y que las compensaciones son insuficientes) podrían presentar recursos para impedirlo, lo que se estima atrasarla las obras en unos 18 meses. La construcción del nuevo terminal demorará unos cuatro años.

 

Fuente: El Mercurio