Rinio Bruttomesso: «Lo importante es no demonizar los conflictos, sino que gestionarlos… se requieren compromisos»

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Rinio Bruttomesso es un arquitecto y urbanista italiano, considerado una eminencia internacional en temas de integración ciudad-puerto. Desde abril de este año es nuevamente presidente de la Asociación Internacional para la Colaboración entre Puertos y Ciudades (RETE).

Esta semana llegó a Valparaíso, para participar de un seminario organizado por EPV que exploró la relación entre el puerto y su entorno. En ese marco, se dio tiempo para analizar la situación local, alimentada por los proyectos en el borde costero y la reciente propuesta del alcalde porteño Jorge Sharp, que busca dejar una parte de los ingresos directos que produce el puerto para el uso de la ciudad.

-¿Cómo analiza esta relación ciudad puerto? Me imagino que a lo largo de los años ha cambiado.

-Seguro. Antes el puerto era una parte de la ciudad y por eso la relación era íntima. Eso se ve en las pinturas antiguas, donde se ve que el puerto era como la continuación de la misma. Los muelles portuarios eran la prolongación de las calles ciudadanas y no había problemas de Aduanas, por lo cual no había necesidad de cerrar el puerto a la ciudad. La gente se acercaba a comprar el pescado o a ver los barcos como un espectáculo.

-¿Entonces qué pasó?

-Pasó que se complejizó todo y el puerto aún es parte de la ciudad, pero tiene un estatus distinto. Tiene su autonomía desde que empezó a tener que preocuparse de temas como la Aduana o la seguridad. Esto ha llevado a poner rayas, confines, límites y todo eso complica la vida.

-Y desde ese escenario, ¿cómo aporta RETE?

-RETE se creó hace 16 años en Lisboa y queremos contribuir para mejorar esta relación muy compleja, articulada y difícil.

-¿Y eso cómo se puede resolver a su juicio?

-Se puede aunque no es nada fácil. Depende de si los puertos y las ciudades pueden y quieren colaborar entre ellos, más que tener batallas o enfrentarse. Pensamos que es posible y recomendable buscar este diálogo para tener una convivencia.

-En el caso particular de Valparaíso se trata de un puerto con poco espacio, ¿eso complejiza más la relación?

-Puede que sea más difícil porque, objetivamente, la situación es complicada porque acá los cerros llegan casi al mar, afortunadamente se ha ganado espacio al agua porque todo este frente es artificial y debe organizarse en esas condiciones. Cuando tienes tan poco espacio claro que todo se complejiza y la relación también puede ser aún más complicada, más dura.

-Usted ha visitado varias veces Valparaíso. ¿Hemos avanzado?

-Hace mucho que venía a Valparaíso y cada vez me doy cuenta que algunos problemas se han resuelto, pero también han surgido otros. Eso es algo que pasa en todas las ciudades.

-¿Hay problemas que no se puedan resolver?

-No, pero también es verdad que para resolver los problemas se tiene que llegar a compromisos y éste muy moderno. Hay unas universidades que estudian esta materia y temática de los conflictos y no porque sean algo nuevo, ya que siempre han existido, sino por esta relación. Pienso en una ciudad como Valparaíso donde la actividad portuaria es muy importante generando cerca de un 30% del PIB. Pero, además de lo económico, es un patrimonio social, histórico.

-¿Y eso que implica?

-Cuando ese patrimonio histórico se pone en una dimensión de globalización que es lo que existe hoy, provoca cambios importantes y pesados. Y cuando hay cambios pesados, la problemática de los enfrentamientos aparece. Pero lo importante es no demonizar el conflicto, sino que gestionarlo. Es decir, saber cómo se puede convivir de una forma en la cual el tema apunte a buscar los compromisos que permitan avanzar.

-¿Y qué factores hay que tomar en cuenta?

-No perder competitividad porque el puerto es una estructura económica que vive de eso, y por otra que la ciudad no pierda calidad de vida. Al contrario, la comunidad quiere aumentar su calidad de vida.

-La ciudad también puede perder competitividad…

-Las ciudades importantes viven en una dimensión de competitividad. No hay tantos recursos económicos públicos, y los ayuntamientos o las alcaldías no tienen mucho dinero para hacer cosas y aquí entran los inversores privados. Ya sabemos muy bien que estos, antes de hacer inversión, van a ver algunos parámetros de las ciudades, y la calidad de la vida es uno que los inversores privados extranjeros miran con gran atención. Y eso es importante, por eso digo que es relevante no crear grandes problemas al desarrollo de un puerto, pero tampoco podemos crear grandes problemas a la calidad de vida de las ciudades.

– ¿Y ese equilibrio cómo se alcanza?

-Si yo supiera la respuesta sería millonario. El tema es que no hay modelos y también esta es una búsqueda que se tiene que producir en cada ciudad. Se habla mucho por ejemplo del caso de Barcelona. Es un modelo interesante que hemos estudiado, pero no me gusta hablar de un modelo Barcelona, es decir que cada ciudad tiene sus elementos débiles, sus fortalezas y por eso tenemos que buscar en cada caso o experiencia las medidas más oportunas y aquí está difícil.

-El alcalde de Valparaíso lanzó una propuesta para que una parte de las ganancias que genera el puerto se queden en la ciudad. ¿Qué opina?

-Es un tema en el cual el alcalde puede tener razón y entiendo la propuesta. Hay países en los cuales el dinero de las concesiones se queda casi todo en el mismo puerto. En Italia, todas las concesiones se van directamente a Roma y luego regresa una parte muy pequeña a las ciudades. El gran tema de los alcaldes es buscar recursos para financiar los servicios y ellos qué hacen: o aumentan los impuestos a los residentes o si no tienes que buscar otra solución. Por suerte no soy el alcalde y me imagino que hoy gestionar ciudad es muy complicado, casi como lo es educar a los hijos (…) Lo puedo entender, luego se tendrá que ver la fórmula.

«El puerto aún es parte de la ciudad, pero tiene un estatus distinto. Tiene su autonomía desde que empezó a tener que preocuparse de temas como la Aduana o la seguridad»»

«El puerto actual está lejos de esa visión romántica… hoy el puerto es algo muy automatizado y ya la dimensión humana se ha perdido»»

Fuente: El Mercurio de Valparaíso