Según la Armada 53 embarcaciones varadas causan riesgos en navegación

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Naves abandonadas aún no son removidas y generan, además, un peligro u obstáculo para la pesca y la preservación del medio ambiente.

«Don Humberto» es el buque mercante varado en la bahía de Coquimbo que tiene molestos a los pescadores de la zona, quienes acusan un constante derrame de hidrocarburos a 50 metros del área donde extraen palometas, lenguados y jureles.

«Acá hay bancos naturales de machas que se van a contaminar. El petróleo incluso llegó a las playas en verano, pero la autoridad siempre trató de esconder el problema», dijo el presidente de la asociación gremial de pescadores, Luis Godoy.

La situación obligó en febrero al intendente de la IV Región, Claudio Ibáñez, a trasladarse a Santiago y sostener una reunión para agilizar la transferencia de fondos que permitirá retirar, en el peor escenario, unas 680 toneladas de combustible y 14 toneladas de aceite lubricante.

«Gestionamos recursos para resguardar el desarrollo de las actividades pesqueras y el ecosistema de nuestro borde costero», sostuvo Ibáñez.

Y pese a que Luis Felipe Gracia, subdirector de Intereses Marítimos y Medio Ambiente Acuático de la Armada, contó que el buque varado de Coquimbo es «una situación excepcional», en el país existen otros 52 restos náufragos «que afectan» a la navegación, la preservación del medio ambiente y la actividad pesquera (ver infografía).

«Son embarcaciones menores, lanchas a motor, que se hundieron en algún temporal dentro de la bahía o que quedaron sumergidas, y los dueños nunca las rescataron o recuperaron», detalló Gracia. El riesgo -agregó- se presenta en aquellas que «están en zona de ingreso a una caleta o de aproximación a un puerto».

El «Reporte de Restos Náufragos», actualizado tras el terremoto de intensidad 8,4 Richter en la IV Región, arroja que 14 embarcaciones son «naves mayores»; es decir, superiores a 50 toneladas.

Gracia explicó que pese a los reiterados avisos a los armadores a exponer la situación de sus naves, cuando «la autoridad marítima los persigue, la venden como chatarra, y dejan de ser dueños».

Otros inconvenientes surgen en jornadas de marejadas y casos de hundimiento, porque la autoridad marítima debe emitir alertas de seguridad a los navegantes e informar al SHOA. Junto a ello, se suma a la programación de rutas señalizadas en torno a estas naves, con balizas solares para evitar accidentes.

Fuente: El Mercurio