Con registros de tsunamis en Japón estiman la magnitud de antiguos terremotos en Chile

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Si bien el terremoto del 16 de agosto de 1906, en Valparaíso, es uno de los más catastróficos que ha afectado a esa zona, no se conocen muchas de sus características sismológicas porque en esa época no existían instrumentos que las midieran.

Sin embargo, mediante el estudio de antiguos mareogramas japoneses (aparatos ubicados en la costa que registran cambios en el nivel del mar), investigadores de la escuela de Ciencias del Mar de la Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) identificaron el pequeño tsunami que afectó a las costas niponas unas 24 horas después del terremoto en Chile.

Gracias a esa información, y con la ayuda de modelos matemáticos, pudieron determinar la magnitud probable de ese terremoto, como también del de 1922 en Copiapó, que produjo un aumento del nivel del mar en Japón incluso mayor al de 1906, según explica Matías Carvajal, ingeniero civil y autor principal de la investigación que le permitió graduarse como magíster en Oceanografía.

«Averiguamos que existían estos mareogramas, y para nuestra sorpresa vimos que ya desde fines del siglo XIX mantenían estos registros, mientras en Chile los primeros mareogramas fueron hechos en Valparaíso recién en los años 40», cuenta el geógrafo Marco Cisternas, profesor guía de Carvajal. El estudio fue publicado en la revista Journal of Geophysical Research.

«El terremoto genera un desplazamiento en el fondo marino que produce una onda cuyo tamaño es proporcional a ese desplazamiento. Es decir, si el fondo marino se movió dos metros hacia arriba, la columna de agua arriba de él se levanta también dos metros», dice Cisternas. Esta onda oceánica viaja sin perder mucha energía hacia el otro lado del Pacífico y así queda documentada en los registros japoneses en algunas bahías específicas.

«Conociendo la altura del tsunami en Japón, podemos conocer las características del terremoto acá», detalla.

Para afinar el modelo, también investigaron cuán altas fueron las olas durante los tsunamis provocados por terremotos chilenos recientes (1960, 1985, 2010, 2014 y 2015), de los que sí se conoce su magnitud. El peor de este ciclo para Japón fue el de 1960, que produjo olas de 5 metros y mató a 150 personas.

Tras analizar y modelar la información, determinaron que el terremoto de 1906 tuvo una magnitud de entre 8 y 8,2 mientras que el de Copiapó fue de 8,5 a 8,6.

Los que vienen

El modelo también entrega pistas de los terremotos y tsunamis que podrían afectar a Chile en el futuro.

La ola del tsunami puede alcanzar mayor o menor altura según dónde ocurre la ruptura en la zona interplaca. Lo que han observado es que, a mayor profundidad, el maremoto es de menor tamaño, aunque la destrucción superficial es grande. Por el contrario, si el movimiento de la falla tuvo lugar cerca de la superficie, el tsunami es muy grande y, a veces, la sacudida del suelo también.

«El terremoto de 1906 produjo gran destrucción, pero generó un tsunami pequeño. Eso implicaría que fue un terremoto de tipo profundo. Puede que la parte superficial de la zona interplaca esté todavía cargada porque no se liberó toda la energía que se está acumulando desde 1730», indica Carvajal.

Esa es la fecha en que ocurrió el último gran terremoto por ruptura superficial de la zona central. Según las crónicas de la época, la destrucción abarcó desde Copiapó a Concepción y el tsunami que provocó inundó por completo el sector de El Almendral, en Valparaíso, donde hoy está el Congreso Nacional.

Aunque en ese tiempo no existían aún los mareogramas, en Japón existen crónicas de la época que mencionan un maremoto que destruyó arrozales y salinas.

«Lo que tememos es que el próximo terremoto de Chile central sea uno superficial grande como el de 1730 y que ocasione un gran maremoto. Estamos haciendo estos estudios para estar mejor preparados porque ya han pasado casi 300 años «, dice Cisternas.

Más que Valparaíso, lo que les preocupa es Viña del Mar. «Como en 1730 no había gente allí, no tenemos evidencia de lo que ocurrió, pero si se corren modelos con la información que tenemos, los resultados nos indican que quedaría completamente inundada», reconoce Carvajal.

Fuente: El Mercurio