Las peripecias de vivir a bordo de un buque

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Son las ocho de la mañana y Valeska Gamboa le da la bienvenida a una comitiva municipal y a gente de la Armada, Ejército, Carabineros y de la PDI. Ella no es anfitriona, ni dueña de algún local.

Es nada mas y nada menos que la teniente y oficial de guardia del buque Off-shore Patrol Vessel (OPV) o Patrullero de Zona Marítima «Comandante Toro», embarcación de la Armada especializada en flscalizar las aguas de la costa nortina y que está siempre a la gira en aguas iquiquñas.

«La oficial de guardia es la encargada de la seguridad del buque. Esa es mi función acá. De que no hay ningún peligro en su derrota, elegir las mejores condiciones de cada rumbo y una vea el sueño de la dotación, porque somos nosotros la guardia los que estamos despiertos», contó.

Ella por ejemplo está a cargo de coordinar la llegada de los helicópteros al acorazado y de informar de alguna actividad fuera de lo normal que se esté realizando fuera de la nave.

Al igual que todos los integrantes solteros de este buque, la teniente Gamboa vive a bordo de la nave y cuenta cómo es la vida en altamar.

«Yo vivo abordo y eso es bien importante porque yo trato al buque como una familia, pero una que es muy sacrificada porque está mucho tiempo fuera, además que estamos encargados de cuidar los intereses del país», relató.

Esta joven solo tiene 24 años y lleva dos abordo del OPV, pero ya está cargo de varias personas en este buque.

«Tengo 24 años y muchos son más antiguos que yo y tengo el mando sobre ellos. Aunque con humildad ellos mismos te van retroalimentando, también te enseñan», manifestó.

Ella ya está en su segundo año abordo del OPV, y la teniente precisó que en este último tiempo tuvo la oportunidad de ir en misión a Isla de Pascua, ayudar a los damnificados de Tocopilla y participaron del rescate de cuatro náufragos peruanos, aunque no sin antes revelar lo difícil de su cargo en la embarcación.

«Todos aquí en el puente (el lugar donde hace guardia) somos importantes (…) pero mi función aquí es la toma de decisiones, sobre todo si no está mi comandante. Yo soy sus ojos», indicó.

Regiones

La oficial de guardia del OPV «Comandante Toro», como la mayoría de sus compañeros no es de la región de Tarapacá y recuerda con cariño sus orígenes.

«Yo soy de la Quinta Región, de Hijuelas, de la capital de las flores. Es un mundo totalmente distinto, es campo», declaró.

Aunque de todas maneras dice que se relaciona con el mundo marino «porque como gente de campo nos gusta ayudar mucho al vecino».

Gamboa al mirar cómo han sido sus días en la máquina dice que el buque ya es su segunda casa y que está acostumbrada a estar día a día en él.

«Es una forma de vida, un compromiso que uno, a pesar de que no tenga mucho tiempo afuera de relacionarse con el exterior, lo hace porque es una labor bastante importante»

Comida

Al igual que toda familia que se precie de tal, siempre hay gente especialista en las artes culinarias y al hablar de los «ranchos» como se le denominan arriba del buque, el hombre a cargo es el marinero Christopher López.

El está hace un año en la embarcación y ya es ayudante de cocina y el panadero oficial del OPV «Comandante Toro», lugar del buque que llegó porque se lo recomendaron.

«Cuando llegué me dijeron que la cocina era buena, aunque yo estudié algo nada que ver con la cocina en la Escuela de Tripulantes», acotó.

Asimismo, cuando postuló y quedo en el buque estaba feliz ya que desde pequeño había querido ser marino, aunque fuera en la cocina.

Mientras López seguía conversando sobre su historia y con la pericia que da el cocinar sobre una embarcación, seguía preparando un fondo de paltas que sería el ingrediente estrella de las hamburguesas que compondrían el «rancho» de ese día en el OPV Toro.

«Ya llevo un año abordo y ha sido una buena experiencia. Gracias al buque igual he conocido harto y se hacen muchas amistades y no son las mismas que uno tiene normalmente afuera. Porque acá somos todos muy distintos», dijo el muchacho.

Otra persona fundamental en esta familia es quien mentiene la parte eléctrica. Él es el sargento segundo Rodrigo Guerrero, mecánico electricista de profesión y encargado del estado y operación de todos los sistemas eléctricos del OPV.

La función que sostiene es fundamental para el funcionamiento del barco, ya que sin ella no podría movilizarse.

«El buque es nuestro hogar, hay que protegerlo y hay que evitar que se hunda. Nosotros nos encargamos de la generación y somos dos electricistas a bordo», puntualizó.

Por último el sargento Guerrero no ocultó la gran responsabilidad que tiene por su cargo, aunque aclara que «el gusto por el mar es el que me ayuda (…) y me permite desarrollar esta profesión que es tan bonita, pero que no es para todos».

Fuente: Estrella Arica