TFS: la red de embarcaciones solares que revoluciona el Calle-Calle

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Creada por el alemán Alex Wopper, la red busca convertirse en una alternativa de taxis para descongestionar la ciudad de Valdivia.

Radicado hace 28 años en Valdivia, el empresario alemán Alex Wopper llegó al país tras un viaje que lo llevó a navegar por el mundo durante cuatro años.

Cientista político de profesión, desde joven desarrolló un fuerte nexo por la navegación que lo llevó a convertirse en fabricante de embarcaciones y que más tarde -maravillado por el Chile que conoció en su arribo a través del cabo de Hornos- lo hizo levantar en Valdivia el astillero Alwoplast.

En ese lugar ensambla yates y embarcaciones de lujo, proyectos que parten en US$ 1 millón y que, una vez terminados, zarpan a destinos como el Mediterráneo, la Polinesia o Estados Unidos.

Pero más allá de su trabajo había algo que a Wopper lo venía obsesionando hace tiempo: la necesidad de devolverle al río Calle-Calle la importancia de antaño.

Según cuenta, la ciudad prácticamente se olvidó del río después del terremoto de 1960. Esto, pese a que es su principal sello, lo que la distingue de las otras urbes de la zona.

Con la idea de rescatar el Calle-Calle para la ciudad, Wopper, junto a un grupo de empresarios del sector, realizó un viaje de prospección a Alemania, país famoso por el buen uso que se les da a los ríos urbanos. «Así, hicimos contacto con Solar Water World en Berlín. Ellos tenían un pequeño quiosco flotante, con botes solares chiquititos para arrendar para dos personas, una cosa bien simple. Entonces ahí yo pensé por qué no hacer una cosa así en Valdivia, pero un poco más grande», recuerda.

Ese fue el punto de partida para Transporte Fluvial Sustentable (TFS), compañía que demoró cerca de un año en desarrollar el Solar 1, el primer taxi solar que navegó el Calle-Calle. Según cuenta Wopper, fue uno de los primeros ferrys comerciales de producción en serie que funcionaban. «Tiene placas solares en el techo, motores eléctricos, banco de baterías; nada de motor a combustión. Era una enorme ingeniería para llegar a un casco con mínima resistencia que casi no produce olas y que avanza con 16 pasajeros, más dos tripulantes, sin mayor problemas en cualquier condición», recuerda.

Tres taxis en el río

Así, a la primera embarcación siguieron otras dos, y luego un «barrio flotante», una estructura de 512 m {+2} compuesta por paneles modulares que partió como un espacio para la administración de la flota y que hoy cuenta con un restaurante y tiendas de souvenirs . «Es como un minipueblo flotante. No tiene conexión a tierra, produce su propia luz, gracias a placas solares, y además es capaz de transformar cinco mil litros de agua del río en agua dulce», explica.

Con este enorme proyecto -en el que se han invertido cerca de $800 millones-, el empresario buscaba dotar a la ciudad de una alternativa factible al tráfico en las calles. Su idea era, por ejemplo, que los habitantes se trasladaran desde el terminal de buses al centro o a las universidades.

Esa era su intención. Sin embargo, el proyecto está hoy más «en el aire» que en el agua, debido a que para llevarlo a cabo es necesario usar unos muelles que la municipalidad mandó a construir y que aún no tienen la autorización para operar. «Hay intereses raros detrás de esto; no me lo explico de otra manera», dice.

Como el proyecto de crear una red fluvial de taxis no se ha podido concretar en plenitud, Wopper cuenta que hoy están más dedicados al turismo, lo que a la larga es mucho menos rentable y que está lejos de cumplir con la meta de ayudar a descongestionar las calles de la ciudad.

Actualmente el emprendedor está a la espera de la decisión de las autoridades acerca del futuro de los muelles para retomar su proyecto. También cuenta que está en conversaciones para exportar sus embarcaciones. «Hay un gran interés, y espero en 2016 producir en serie. En estos momentos, de hecho, me están pidiendo un presupuesto de Bora Bora», comenta, y agrega que hasta sus compatriotas alemanes lo están tentando para que concrete allá una idea que ha sido imposible de llevar a la realidad en Chile. «Quieren que vuelva a Alemania para hacer esta red en el río Spree de Berlín», remata.

Fuente: El Mercurio