Visiones contrapuestas sobre proyectos en el borde costero de Valparaíso marcan nueva visita de Isaza

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  • Mario Ferrada:  «TCVAL mantiene los mismos impactos que identificó  ISAZA»

El arquitecto Mario Ferrada, presidente de ICOMOS Chile, es uno de los detractores del T2 y del mall Puerto Barón, por lo que lamentó que «la exposición que ha hecho el Estado de Chile ante UNESCO no se condiga con la profunda realidad de deterioro y falta de manejo y de gestión que muestra la ciudad de Valparaíso».

Respecto del Estudio de Impacto Patrimonial (EIP) elaborado por Isaza señaló que «estábamos muy atentos a que el crítico y acucioso informe de impacto patrimonial formulado por el consultor Isaza (conforme metodología de ICOMOS), tuviera sus efectos en UNESCO, pero todo ello pasó por el filtro atenuado del Estado, aminorando los aportes positivos que el estudio pudiera haber generado en la decisión».

Con respecto al Terminal 2 TCVAL, Ferrada sostiene que «Valparaíso requiere reconocer, afianzar y proyectar en el siglo XXI su coherencia histórica como una ciudad puerto, decir otra cosa sería un absurdo. Pero no confundamos las cosas, este Terminal 2 es un proyecto que no ha sido diseñado para beneficiar al sistema urbano integral ni de la región ni de la ciudad. Ha sido formulado obviando la más mínima visión territorial, ambiental, social y patrimonial de la ciudad; es solamente un proyecto portuario, pero no un proyecto sustentable ‘urbano-portuario».

A su juicio, «todo esto ocurre porque los entes públicos responsables se han olvidado de planificar racionalmente la ciudad, como por ejemplo sí se hizo entre 1886 y 1930, gracias a lo cual tenemos la actual infraestructura urbano portuaria. Si hasta pareciera que EPV actuara como el nuevo referente de decisión nacional y local en Valparaíso, una especie de Estado-Municipalidad 2.0. El actual proyecto TCVAL mantiene vigente los mismos altos impactos identificados por el consultor Isaza. Sabemos que ellos no son mitigables y se busca falazmente compensarlos, en vez de optarse por definitivamente congelar ese proyecto hasta no contar con una visión que planifique la ciudad con su borde costero al mismo tiempo».

Para Ferrada, «tenemos un sitio altamente expuesto a riesgos humanos y naturales, dos proyectos en el borde costero que no garantizan la preservación de los valores de la inscripción del sitio, y la ausencia de un sistema de manejo y gestión. Casi todo está por hacerse, pero al mismo tiempo está la esperanza real de construir un modelo de desarrollo sustentado en los actores sociales y los recursos del patrimonio».

En tal sentido subrayó que, con miras a la próxima Convención de la Unesco en que se evaluará la situación de Valparaíso, «se trata de convencernos que lo principal no es ni la designación UNESCO en sí misma, ni el discurso fácil, ni la falsa promesa de desarrollo basada en un mall comercial o un mal proyecto portuario. La tarea que debiera acometerse en estos dos cortos años es corregir radicalmente la desidia pública, acercarnos a los estándares que se aplican en otros sitios del mundo, aumentar los niveles de respuesta técnico-profesional y aceptar que el patrimonio de Valparaíso es ‘el tema de la gran política pública’ del siglo XXI».

Ferrada recordó que la declaratoria de Patrimonio de la Humanidad fue impulsada desde el municipio y «el Estado muy posteriormente se involucra en estas iniciativas, como corresponde a lo que determina la Convención del Patrimonio Mundial. Con el tiempo este rol que debiera ser nuclear se ha ido desdibujando, dejándonos como espectadores de las decisiones del poder central santiaguino, de la inercia y del conformismo.

«El actual proyecto TCVAL mantiene vigente los mismos altos impactos identificados por el consultor Isaza»

Mario Ferrada, Presidente de Icomos Chile»

  • Oscar Acuña: «Nadie puede argumentar que esto no se diagnosticó»

El ex secretario ejecutivo del Consejo de Monumentos Nacionales, Oscar Acuña, es uno de los defensores del T2 y fue uno de los asistentes, invitado por la Unesco, a la 41 reunión del Comité de Patrimonio Mundial celebrada en julio en Cracovia, Polonia. Sobre lo que pudo apreciar en dicha instancia, detalló que «a diferencia de otros años, en esta oportunidad múltiples ONG’s tuvieron la posibilidad de hacer uso de la palabra en la reunión y expresar su parecer desde la sociedad civil acerca de casos concretos que se consideraba estaban en situación delicada o que ameritaban un mayor análisis».

Acuña destacó que hubo particular interés en dos sitios, uno de los cuales es el Centro Histórico de Shakhrisyabz en Uzbekistán, «que se encuentra en la Lista en Peligro y que, sin que nadie se diera cuenta, fue severamente demolido en gran parte de sus construcciones patrimoniales, lo que llevó al embajador de Portugal a expresar que no era concebible que esto hubiere sucedido de un día para otro y cómo podía acaecer algo así sin que nadie y, en especial la Unesco, se hubiere enterado oportunamente».

El otro sitio que concentró la atención en la cita fue el Centro Histórico de la ciudad de Viena (Austria), agregó, precisando que «esta bella ciudad ha planteado modificaciones en el área de la Karlsplatz, consistentes básicamente en la construcción del Hotel Intercontinental, una pista de patinaje en hielo en altura y una sala de conciertos que alterarán el sitio mismo, pues éstas se encuentran dentro del polígono declarado Sitio de Patrimonio Mundial. Este caso implicó que el Comité determinara que el sitio ingresara a la Lista en Peligro luego de un amplio y largo debate al respecto».

«Así las cosas», añadió Acuña, «habiendo leído la prensa de Chile esperaba la anunciada intervención del municipio de Valparaíso para que se revisara la resolución propuesta en borrador al Comité respecto de este casco histórico. Cuando se revisó el estado de conservación de los sitios culturales de Latinoamérica y el Caribe, el presidente del Comité planteó a los países y a la Asamblea si existía algún caso que fuera menester revisar en detalle o se aprobaban los informes en bloque y sin debate. Nadie pidió la palabra ni de los países ni de alguna ONG o particular presente y en menos de tres minutos cayó el mazo sobre la mesa y se aprobó la resolución en bloque, dentro de las cuales estaba la de Valparaíso y las Iglesias de Chiloé».

En lo referente al sitio de Valparaíso, Acuña cree que «es una señal consistente con lo que se ha debatido a nivel nacional e internacional y da luz verde (en la Unesco) a estos proyectos que cuando el sitio se inscribió en la lista estaban ya contemplados. El tema volverá a ser materia de análisis el año 2019 y sin duda que lo resuelto por el Comité de Patrimonio Mundial deja de manifiesto que estos proyectos (TCVAL Y Barón) no son un elemento nuevo o sorpresivo, sino que fueron conocidos, evaluados al momento de ser declarado el sitio, con plena conciencia de ICOMOS, el Centro de Patrimonio Mundial y el Comité del Patrimonio Mundial, por lo que nadie puede argumentar que esto no se diagnosticó oportunamente. Asimismo, la resolución resulta positiva y ahuyenta los riesgos del reiterado ‘cuento del lobo’ a que los agoreros de siempre nos tienen acostumbrados, de que el sitio salga de la lista de patrimonio mundial o ingrese a la lista en peligro».

«Lo resuelto por el Comité de Patrimonio Mundial, deja de manifiesto que estos proyectos (TCVAL Y Barón) no son un elemento nuevo o sorpresivo»

Oscar Acuña, Exsecretario ejecutivo del Consejo de Monumentos Nacionales»

  • Daniel Morales : «Junto con el alcalde rechazamos de plano la idea de compensar»

El concejal porteño Daniel Morales, ex vicepresidente del Colegio de Arquitectos de Valparaíso, recordó que «el 2001 el Presidente Ricardo Lagos anunciaba en el Muelle Barón que en su gobierno se ‘recuperaría la dignidad del habitante porteño’, iniciando así un nuevo relato para la ciudad, el cual desembocó en la obtención del título de Patrimonio de la Humanidad en julio 2003. Pero a nivel local como nacional los equipos técnicos y políticos no estaban preparados para este nuevo escenario de la ciudad».

Tras ello, agregó el edil, «lo que vivimos desde ese momento hasta ahora ha sido la colisión frontal de dos políticas públicas impulsadas por el mismo Estado de Chile; por un lado promueve y reconoce un Valparaíso con múltiples vocaciones las cuales deberían dialogar entre ellas, y por otro un Valparaíso monoproductivo y neoliberal, que entrega gratuitamente su riqueza que es el mar y el borde costero, para el uso y usufructo de terceros. Este es el Plan de Expansión Portuaria vigente, el cual contiene el proyecto Puerto Barón y el Terminal 2 (T2)».

«En el contexto de una sociedad sana», añadió Morales, «los argumentos técnicos hubiesen bastado para haber generado su reformulación, dada la falta de aguas abrigadas y de accesos, además de su longitud, que no permitirá el atraque simultáneo de dos buques de nueva generación. Tuvimos que argumentar sobre la ilusión del empleo, ya que mientras un estudio de la Universidad Adolfo Ibáñez prometía 573 nuevos empleos directos, se erradicaba la caleta Sudamericana y se amenazaba la permanencia del dique flotante, actividades que en conjunto suman más de 800».

Según el concejal «no fue suficiente recrear el murallón de contenedores ni demostrar la depreciación del suelo urbano implícita en un workshop organizado el 2015 por la Escuela de Ingeniería Comercial de la Universidad Técnica Federico Santa María, donde expertos confirmaron nuestras dudas con evidencias medibles y agregaron nuevas variables e impactos urbanos, medioambientales, culturales, turísticos y económicos que el T2 provocaría en Valparaíso».

Morales criticó que «un día después que el Servicio de Evaluación Ambiental cerrara la posibilidad de incorporar observaciones al proyecto, el gobierno dio a conocer el Estudio de Impacto Patrimonial realizado por Juan Luis Isaza. Éste fue categórico: para el Sitio de Patrimonio Mundial el T2 generará un impacto alto, permanente e irreversible sin mitigación alguna».

Asimismo, la autoridad reprochó que «la respuesta de EPV siempre ha sido la misma; ya está todo zanjado. Aún más llamativo fue cuando en 2015 el intendente Aldoney aseguró que ‘el mall y el T2 eran sus hijos’. Hoy de parte del Gobierno, EPV y el concesionario TCVAL (de OHL empresa envuelta en graves casos de corrupción en el mundo) han instalado la idea de que la moneda de cambio al impacto deben ser las compensaciones».

«Junto con el alcalde, Jorge Sharp, rechazamos de plano la idea de compensar, ésta asume el fracaso del bien común y la imposibilidad de revertir los graves impactos que este proyecto le aportaría a una ciudad ya muy maltratada. Queremos desarrollo portuario, pero éste debe dialogar favorablemente con la ciudad, existen propuestas alternativas y el concurso Valparaíso Puerto Plus puede ser una instancia para retomar el diálogo. Por nuestra parte están las puertas abiertas para proyectar una ciudad mejor», concluyó.

«El Gobierno, EPV y el concesionario TCVAL han instalado la idea de que la moneda de cambio al impacto deben ser las compensaciones»

Daniel Morales, Concejal de Valparaíso»

  • Gabriel Aldoney: «Los estudios mostraron que ese lugar es apropiado»

El intendente regional, Gabriel Aldoney, ha sido uno de los defensores de los proyectos para el borde costero de Valparaíso, como el mall Puerto Barón y el Terminal 2 TCVAL. Respecto de este último, recordó que «siempre he dicho que Valparaíso es una ciudad que ha generado su patrimonio en función de una relación entre la ciudad y el puerto. La zona que se calificó como Patrimonio de la Humanidad surgió precisamente por la actividad portuaria, y ese informe (de Isaza) reconoce la virtud de Valparaíso como una ciudad portuaria».

A su juicio, «el tema es cómo esa relación se concreta. Han pasado muchos años desde que estas ideas han estado en discusión en Valparaíso, pero llega un momento en que hay que tomar decisiones con realismo. Aquí hay un contrato del Estado, firmado bajo el procedimiento establecido por la ley, que es un hecho de la causa, y el procedimiento de evaluación ambiental lo que establece en estos casos es definir cuáles son las compensaciones para los posibles impactos ambientales que este tipo de proyecto genera, y en eso se está».

Respecto del llamado del alcalde porteño, Jorge Sharp, para formar una mesa de diálogo en torno al T2, Aldoney estima que «lo que ha planteado el alcalde es una propuesta que tiene relación con cómo resolver los problemas hacia el futuro, porque en el caso del T2 hay una institucionalidad que, nos guste o no nos guste, es la que existe en el país, que está fundada en leyes aprobadas por el Parlamento, normas que existen en el país desde hace mucho tiempo, y por lo tanto, el trámite o el desarrollo del proyecto del T2 tiene que fundarse en lo que está establecido en los procedimientos legales actualmente vigentes».

En su calidad de presidente de la Comisión de Evaluación Ambiental, agregó Aldoney, «lo que me compete es hacer que esa institucionalidad funcione, y por lo tanto, estamos en los procedimientos de aprobación del Estudio de Impacto Ambiental presentado por el incumbente, ya se entregaron las observaciones a la segunda adenda, están en evaluaciones los servicios, también en el SEA y yo no puedo emitir opiniones respecto a lo que hay ahí, hasta que no se conozca lo que las instituciones respectivas que informen».

En cuanto a las críticas de los detractores por no haber sido considerados en la discusión previa al proyecto, el jefe regional expuso que «hay miles de opiniones, pero construir un puerto no es una cuestión sencilla, simple, hay que hacer estudios, los estudios que se hicieron mostraron que ese lugar es apropiado, entre otras cosas, porque Valparaíso tiene un valor que es inigualable, que son sus aguas protegidas por un molo, y normalmente eso, en cualquier lugar del mundo, genera un valor que en sí mismo es tremendamente relevante cuando se construye un puerto».

Finalmente, Aldoney remarcó que «hay que hacer una reflexión ya definitiva para tomar una decisión respecto a este tema, porque no puede ser posible que una ciudad lleve 15 años discutiendo si hace o no hace un proyecto, y las autoridades que tomen decisiones tendrán que asumir las consecuencias, porque para eso uno está en estos cargos. Yo creo que si se cae el T2 y se cae Puerto Barón alguien va a tener que responder por la inversión que no se hizo en Valparaíso, y eso no es una amenaza, sino que es una condición esencial de cuando uno ejerce cargos de autoridad».

«No puede ser posible que una ciudad lleve 15 años discutiendo si hace o no hace un proyecto, y las autoridades que tomen decisiones tendrán que asumir las consecuencias»

Gabriel Aldoney, Intendente regional»

Fuente: El Mercurio de Valparaíso